viernes, 5 de noviembre de 2010

micromilitancia hay que hacer

Hoy me fui a una de esas librerías re co-oool-turales de la calle Corrientes, y pedí "ese libro nuevo de Daniel Filmus, sobre los presidentes de latinoamérica...", ya nomás decir la palabra "latinoamérica" en ese entorno me hace sentir no sé, Piero, Silvio Rodriguez, Mercedes Sosa, alguno de esos trovadores de los 70, que definitivamente no tienen nada que ver con la big city... Sin embargo, el pibe vendedor me dice "Ah, sí, sí, las entrevistas que hizo para canal Encuentro..." faaaaa... y ahí, viste, como que se me hincha el corazoncito porque alguien sabe de lo que estoy hablando, y me hace el guiño ese de "compartir el mismo código". Lo va a buscar el pibe, por allá atrás y a lo lejos, pero revuelve y no lo encuentra. Le pregunta a otra vendedora, y la chica le dice "ah sí, claro, lo puse en la mesa de adelante.." faaaa...! la piba lo puso en la mesa de adelante, esa que es la primera que ves cuando entrás, ahí está Filmus con su libro que vale oro porque vale oro la unión de estos presidentes de la "Patria Grande" que soñó San Martin y Bolivar, y no es moco de pavo. Ok, ok, un verdadero acto revolucionario hubiese sido, a su vez, prender fuego los libros de Majul, pero bué, los libros de Majul no valen ni un fosforito, claro. Majul, el día que vos te mueras no va a ir nadie a tu velorio, te aviso...

Me subo al subte (cartera con cosas del laburo, comprita de la perfumería, bolsa con dos tuppers sucios, camperita, aj...) y tengo a mi lado dos lectores con sendos diarios, el veterano señor de camisita rosa ostenta el Clarín, y la piba de bronceado La Nación (y sí, las callecitas de Buenos Aires tienen ese "no sé qué..." mmm...). Vieron que hay como una cosa así re arquetípica del lector de Clarin: de 50 pa' arriba, recién afeitado, lentecitos de ver de cerca, y sobre todo esa cara de sorete amargadísimo preocupado por la inseguridad. Ojo, es lo que yo dijo, después de ciertas dosis de Clarin se te termina transformando el hocico así, atenti...

La cuestión que yo ahí nomás desenvaino cual espada de he-man, el libro de mi amigo compañero Daniel Filmus, que es una total preciosura, que ilumina el subte con sus destellos, con esa tapa negra de grande letras que dice "Presidentes, Voces de Latinoamérica" y me entro a emocionar con las primeras páginas nomás, la cita de Galeano, el prólogo que cuénta cómo surge el libro, de las cosas que llamaron la atención del escritor en una reunión previa al UNASUR: mujeres en un ámbito de "machos", hombres sin corbata, rasgos aborígenes, laburantes y militantes de base, que vienen de familias numerosas y pobres, muchas penas en la vida, pero todos presidentes. Toditos presidentes ahora. Genial. Genial latinoamérica así. Y sí, vos comete esa mierdosa de papel manchado con sangre (ah qué poética que estoy... pero no!! si de verdad ese papel que tenés entre tus manos chorrea sangre, todos la vemos, vos no?!), y bué, que se curtan...

Micromilitancia hay que hacer...
Arranqué por las bases, lo que más sé transmitir, más o menos desde que tengo consciencia militante: les estoy explicando con mucha paciencia y consideración a mis compañeras de trabajo qué cuernos es el software libre. O sea, hace un tiempo ya que se migraron las computadoras del laburo, pero nadie les explicó a las trabajadoras por qué y para qué se migró, así que el SL termina siendo una total rotura de ovarios, y allá van ellas quejándose de que no entienden, no sirve, no anda, con Windows estábamos mejor. El software libre es libertario, mierda! Libre del comercio, libre del monopolio (sí, sí, para espanto de algunas caras tuve que nombrar la palabra "monopolio" che, viste que como están de necias algunas cosas pareceria que la palabra "monopolio" es algo digno de defender de un tiempo a esta parte, a quién se le puede ocurrir, por dios!). Les decia, el SL es libertario, generoso, posiciona a las personas como productoras y no como consumidoras, ofrece el código fuente para que puedas modificarlo y adaptarlo y difundirlo, propone nuevos paradigmas de producción en base a la colaboración y la solidaridad del conocimiento, qué tul, che, el SL se la re banca como paradigma de la sociedad que queremos, esa sociedad en la que me voy sientiendo parte desde hace un tiempo. Vamos, que la nueva Ley de Medios que supimos conseguir sólo puede viabilizarse con tecnologías que sean libres, y ahí vamos nosotros, por el derechos de todos/as a la información y la comunicación...

En fin, las compañeras de laburo se apasionaron con el tema, y cómo no?! si es maravilloso, se me pianta un lagrimón, el modelo que nos respeta como usuarios y productores es maravilloso, ese que construimos entre todos y compartimos. Y vamos por más en la oficina, capaz que dentro de un tiempo puedan entender qué cuérnos le ví a este gobierno para apoyarlo abiertamente, digo, capaz que puedan comprender cuál es el camino de entendimiento que hace una persona, que milita en organizaciones sociales desde hace muuuuchos años, para largarse a apoyar un gobierno (que no votó) pero que supo robarse su corazón...

Micromilitancia hay que hacer
El otro día, cuando murió Nestor Kirchner, cuando me cayó la ficha como a la media hora de habérselo escuchado a Victor Hugo, lo abracé a mi compañero y estuve llorando a moco tendido un rato largo. Así con sollozos y frunciendo la cara, una cosa bien fea. Puta madre, qué mal, se murió Nestor y de pronto me entró un cagazo, un cagazo que ni les digo, qué angustia. Ahí nomás nos fuimos a la Plaza, y nos llenamos de esperanza. De la más increible de las esperanzas, de toda la pibada y la gente que salió a la calle, más que un 27 de octubre pareció un 17, pero del 45. Algo así sentí.

Y escribí entonces esta crónica. Que la publicaron las cumpas amigas queridas de enREDando. Y la pasaron también por mail, y la publicaron en este portal europeo que levanta notas de América Latina, y la imprimieron en El Eslabón que es un diario muy copado y militante de Rosario. Y andá a saber por dónde más andan mis palabras, humildes palabras, de hice lo que pude y lo que sentí...

Bueno, la seguimos, hay que seguirla. Escribir estas cosas también es una manera. Cariños a todos. Y a los Negros de Mierda también.

4 comentarios:

Estar latiendo dijo...

Cuánto sentimiento, cuánta camiseta, y cuánta realidad.
Brindo por tus ganas, por tus energías, por comprender, como muchos, por suerte, que la clave está en ver más allá de nuestras raíces, de pensar más allá de nuestro cuerpo, por los demás, con todo lo que eso implica.
Gracias por encontrarme en tus palabras.
Te mando un compañero abrazo:
Ju

sauria es una mutante! dijo...

gracias, Julieta, por suerte somos muchos los que pensamos así, construyendo desde el amor y la alegria!

besos!

gen71 dijo...

Excelente los suyo, compañera... se lo dije ya? ;)

gen71 dijo...

La plaza nos devolvió definitivamente la esperanza, y la alegría.

Y a propósito de alegría, compañera; esa que usted me enseñó a valorar, le dejo estas palabritas de don Mario, que me parecen pertinentes para estos tiempos que estamos viviendo.



Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar

y también de la alegría