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domingo, 4 de enero de 2009

las rubias también lloran

(a mi personal trainer
que tiene un lomo que raja la tierra)



(hoy soy la doctora amor)

considero una sola forma posible de la inteligencia:
la que nos permite ser felices, así sin más.
Según esta radiografía de torax,
de nada sirven los títulos nobiliarios
y moviliarios urbanos,
las intervenciones del arte y sublimaciones escatológicas,
los magníficos sueldos y las suelas sin remachar,
las firmes caderas empotradas en la silla
ni los viajes a europa por el tunel transocéanico...

SI NO tenemos la capacidad intelegible y adquirida de ser felices.

Felicear como un entrenamiento diario de ponerse los ovarios sobres las íes y salir a dar cuatro vueltas a la manzana podrida.
Felicear como un plan establecido, estudiado, pautado, como una metodología de manual paso a paso, inglés, portugués, español y japonés, encaje esta pieza aquí.
Ser felices aunque para ello nuestra neurosis deba etiquetar mil frascos de especias que nos recuerden el sabor intrínseco de cada alimento.
O repetir el mismo disco eterno para que por fin se produzca
el audilumbramiento de un nuevo sonido que siempre estuvo y que nunca supimos destramar en la homogeneidad.

Pero hay que animarse, nada más...
Tomarse el trabajo, como quien dice...




Escuchá esta:
Dice la leyenda que una tipa fue re feliz
el día que descubrió un monstruo en el ropero,
le abrió la puerta y le pidió que deje su ropa en paz,
lo invitó una cerveza,
y en los neones parpadeantes de un trasnochado bar comenzó a delinear el contorno de sus garras, el fulgor de sus ojos, la voracidad de sus dientes para saber la ineludible verdad:
que al igual que ella, estaba borracho y mañana tendría resaca.....

Porque la realidad siempre supera a la ficción
y ser feliz en la realidad es mucho más intenso que regodearse en la ficción, sabelo.

(pero hay que animarse, nada más... tomarse el trabajo, como quien dice...)



(Dicen dicen dicen dicen
que los tontos son más felices porque no ven, no escuchan, no hablan.
NADA más errado que eso, que triste que triste.
La felicidad de góndola es para los muy tacaños,
los muy cobardes, los muy tontos,
los que no saben fabricársela solitos,
pobrecitos, denserio, ay ay ay)


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the return of the sauria
feliz 2009!
y el que quiere celeste que le cueste!



martes, 5 de agosto de 2008

arráncame las vacaciones de un tirón



vacas deelay

lamento mucho cybernautas
que aun no puedan gozar de mi binaria presencia
en todos los sentidos

ya que he caído bajo los encantos
de un deelay de vacas
que no me permiten atragantarme
ni de chips ni de bites ni de miles de horas
mirando esta cajita estúpida


(esperando conexión satelital...)
(musiquita pedorra de lito vitale o vangelis o algo de eso...)



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Y de vuelta al ruedo:

Osidades / Ociosidades (ay qué pecado de palabra!)
"Yo vivia en el bosque muy contento
caminaba caminaba sin cesar
las mañanas y las tardes eran mías
por las noches me tiraba a descansar
pero un dia vino el hombre con sus jaulas
me encerró y me llevó a la ciudad
en el circo me enseñaron las piruetas
y yo asi perdí mi amada libertad.
Conformate me decia un tigre viejo
nunca el techo y la comida han de faltar
sólo exigen que hagamos las piruetas
y a los chicos podamos alegrar..."

Y en el principio era así: agarraba la gallina del cogote, dos vueltas al aire, crac, ñac, a la olla con papas. Para los días festivos, onda un asadito con amigos, carneaba el cabrito, o el corderito y la olla también. Con papas. Y el resto del día, a disfrutar de la vida, para qué más si tengo mi comida, mi techo, mi brasero y cuando quiero un vinito le llevo dos docenas de huevo al dueño de la parra y listo. Eso sí, no tengo wifi ni cinecanal ni las nike todoterreno ni el perfume francés ni el collar que me cuelga del pescuezo. Ah qué? vos decís que no se puede vivir sin eso?...

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¿Y vos para quién trabajas?
"Acá los alemanes hicieron todo, construyeron la Villa desde la nada, eran bien laburantes viste, no como los criollos de este país que eran unos vagos de mierda..." Que Córdoba es la tierra del salame ahumado (después de Tandil, obvio) no es novedad, si consideramos que en la categoría "salame" también entran los operadores turísticos, como así también la mitad más uno del Senado (ah no, esos son "garcas" más que "salames").

Y probablemente, más de un lector de este blog también afirme con rotunda convicción la frase de nuestro amigo, porque está empíricamente comprobado que una buena parte de la gente, sino la mayoría, tiene el cerebro minúsculo y achatado por la caja boba y demasiadas horas de esparcimiento en el shoping. Sí, lo dije, y qué. El que crea lo contrario que avise y vemos si juntamos dos o tres neuronas (aporto la media mía) para planear la Revolución Socialista (no la de los "socialistas" santafesinos que ¡apesta!)

Aún recuperándome de la mordedura de lengua (lo cierto es que el salame era el que manejaba la 4x4 montaña arriba), paso a dar mis explicaciones al caso de por qué considero tal frase "los europeos trabajan, los criollos son vagos" como el cimiento de una ideología cipaya (léase: "el que trabaja para el enemigo") que nos vendieron desde Sarmiento hasta los chacareros-land-rover y que después devino en el "los pobres son vagos, vayan a trabajar" y todas esas giladas nefastas que escuchamos a diario en la radio, la tv y los diarios (aclaro: en el binomio "gilada nefasta" gana lo nefasto, por lógica, la Argentina está llena de giles serviles, o sea: nefastos). Bué, me enojé. Y sí, tengo mis motivos.

Bueno, la cuestión es que lo que NO pueden entender los salames en sus pequeñas cabezas embutidas es que el "trabajo" tal como lo concebimos, no es más que la versión "capitalista" del trabajo, esa que, por ejemplo que viene al caso y ya que estamos, produce alimentos para 11 veces la capacidad de consumo interna (les suena??). El trabajo que dice que "hay que laburar 12 horas por día para fabricar tantos bulones como jamás puedas usar en toda la vida, ni la de tus hijos ni la de tus nietos". Es la misma ideología que sustenta que el trabajo sirve para pagar las cuentas del shoping: camisa que hace juego, juego de comedor, juego de consola, juguetes para el dia del niño. Porque es así, el consumo es el espacio "lúdico" del que no puede divertirse con otra cosa más que blandir su billetera al viento. Y trabajar para eso, 12, 13, 14 horas por día, uno o dos trabajos, los que sean necesarios, sólo para entrar en el juego de los "espejito de colores" que nos vende el enemigo. Porque seamos sinceros: somos sudacas y siempre lo seremos, queridos!!

En definitiva:
Nacimos dentro de este agua y creemos que es la única realidad posible, como el bobazo de Neo antes de tomar la pastilla roja, asi estamos de imbecilizados en el binomio "trabajo para el consumo".
Pienso que uno debería trabajar según la necesidad que tenga, de comer, de tener salud, de educarse. Cosas dignas que tienen que estar al alcance de todos, cosas que hacemos entre todos. Uno no debería trabajar para la necesidad del patroncito o la multinacional de turno que nos explota y nos afana. O al menos uno no debería sentirse orgulloso de eso, como se suele escuchar por ahí. Já, a mí me daría vergüenza admitir que trabajo en Monsanto por ejemplo, dios me libre!! como escuché decir a una grandísima Bondiola hace un rato!! La gente no debería trabajar para el mercado ni para el consumo ni para enriquecer a los vivos. Somos los nuevos esclavos de este siglo y pocos parecen darse cuenta.

Pero bué, me calmo, v a c a s d e e l a y, pasa que muchas vacas pasaron sobre este puente mientras me distraje mirando para otro lado....

Saludos a todos y prometo ser más ordenada la próxima vez.

lunes, 7 de julio de 2008

tanto tren con tu cuerpo, tanto tren



dale play y tratá de entender lo que te digo:

A la larga, el recuerdo que me queda de Venezuela (y como en un sueño) es el de esa noche en la Vela de Coro, en una fiesta con los Locos donde fuimos recibidos por la brisa cálida del mar, las mesas a la luz de las estrellas y el susurro de las palmeras. Y la salsa, por supuesto, la caliente y rítmica salsa que hace que los pies de los nativos se pongan en movimiento con los primeros sonares y continuen así, sin parar, con la alegría intacta aún después de varias copas, hasta que el sol caribeño empieza a despuntar. Venezuela, o mejor, la parte de Venezuela que linda al mar Caribe (no quiero andar generalizando sin conocimiento de causa), es un territorio feliz, así, fe-liz. Los lugareños disponen su cuerpo para la felicidad que emana de los intrumentos musicales, se invitan a bailar en las más dispares de las formas humanas: viejos con jóvenes, altos con bajos, gordos con flacos, lindos con feos, brillosos, transpirandos, agitados, sonrientes, felices en sus rondas en la pista. Termina una canción y al comenzar la otra ya están todos ubicados con su nueva pareja al azar de 3 minutos de felicidad, de la cintura, de la mano, cadera para acá, susurro por allá, tienen una actitud para el baile que eriza la piel, se enfrentan, se arengan, se reclaman, se rien, se aman, se padecen, en la letra de cada una de las canciones que interpretan con su cuerpo. El cuerpo en su salsa vibra y resplandece apasionadamente en la noche caribeña. Y no se quedan quietos ni un minuto, no le roban al baile ni un descanso para comer un bocado o beber una copa.

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A pocos metros de la zona de baile chisporroteante quedamos en la mesa unos pocos rioplatenses pudorosos de nuestros blancos cuerpos melancólicos del tango y los ñoquis de la mamma; ellos acodados frente al vino ("quiero emborrachar mi corazón para borrar un loco amor que más que amor es un sufrir..."), observando la fiesta lejana y ajena mientras ahogan sus penas en el fondo de un vaso, hombres con la mirada vidriosa y distante ("qué me habrán hecho tus ojos, que me habrán hecho...") pensando en quién sabe qué amor imposible, padeciendo el silencio del corazón tantas veces roto en la esquina del farolito de la calle en que nací.

Y ellas -nosotras- demasiado preocupadas por la celulitis que se le ve a la de pollera coloráa, por el corpiño tirante que se le asoma a la de rulos, por la abultada panza que no se esconde en esa remerita de lycra floreada. Nosotras las del sur del continente, intentando permanecer en correcta pose con la ropa impecable pero como al descuido, perturbadas en el espejito por brillo de la cara acalorada de los 30 grados, apantallándonos cual comadronas en la vereda, procurando que rimmel no se corra con tanto calor, y con el gesto preciso rechazando (demasiado estruendoroso, demasiado movidezo, demasiado transpirado, demasiado exitante, yo no sé bailar!) a los hombres osados que intentan sacudirnos un poco el pudor y el frío de la sangre...
Los hijos e hijas del tango nos quedamos en la melanco depre copa reflexiva, intentando metáforas que intenten explicar la angustia existencial, el corazón roto y la muerte irremediable...





(de cómo el cuerpo es una construcción cultural)
(o de cómo los argentinos somos unos amargos de mierda)

lunes, 30 de junio de 2008

la foto salió movida



De pronto voy a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saco es una caja de fósforos, entonces me angustio mucho y empiezo a pensar que si en vez de la llave encuentro los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos estan donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del télefono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de vestidos, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que me angustio horriblemente y corro a mirarme al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que veo es el paraguero del zaguán, y mis presunciones se confirman y estallo en sollozos, caigo de rodillas y junto mis manecitas sin saber para qué. Mis vecinos acuden a consolarme, y tambien las esperanzas, pero pasan horas antes de que salga de la desesperación y acepte una taza de té, que miro y examino mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Julio Cortázar.

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No quiero salir en la foto
te digo que no
no, qué parte no entendes?
soy una gata pero tengo mi dignidad!
basta!


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El otro día, leyendo por ahí, encontré esta frase certera, muy: “La cámara es un instrumento que enseña a las personas cómo ver sin una cámara”.

Y yo no me voy a poner a hacer teoría de la semiótica de la fotografía, que para eso ya hay muchos bochos brillantes haciendo lo propio. Yo solamente quiero decir que entre tanta captura, tanta fragmentación y cristalización de la realidad, tantos "momentos únicos e irrepetibles" que querés poseer para siempre, tanto reino de lo efímero atrapado en un negativo, tanta posesión del tiempo pasado, tanta medición de la distancias y las luces y las sombras, a mí, como mínimo, me hace temblar el pulso. Por estos días, las fotos sólo pueden salirme movidas. Se me escapan las fotos y yo que le echaba la culpa a mi pocket cam! ja!


(por fuera de toda experiencia posesiva: deja la imagen fluir! deja la vida fluir!)